miércoles, 15 de abril de 2015

El conejito Duracell

Propone: José Antonio
Comenta: Rubén



 Lo admito, el chiste para el título del comentario es muy trillado pero recoge comentarios que se realizaron durante la proyección de la película surcoreana Soy un cyborg. Interesante film calificado como comedia romántica (aunque casi mejor indicar que es un drama romántico por el entorno en el que se desarrolla) que ganó dos premios, uno en el Festival de cine fantástico de Sitges en el año 2007 al mejor guión; y otro, en el mismo año, pero en el Festival de Berlín en la sección oficial de largometraje, premio Alfred Bauer, que se entrega a la película que abra nuevas perspectivas en el arte cinematográfico. La película la dirige Park Chan-wook que según algunas páginas de cine, que he consultado, es uno de los valores fijos y en pujanza del cine de Corea del Sur.


La acción transcurre en un centro psiquiátrico, y surge así la segunda comparación del comentario. Se puede pensar que remonta al famosísimo film “Alguien voló sobre el nido del cuco” (que ya se vio en el cineclub, ciclo 10), pero realmente no es así. Salvo el escenario compartido, no hay ninguna otra semejanza entre ambas películas.

En la cinta que nos ocupa, una pobre chica de nombre Young-goon se cree un cyborg y por este motivo está internada en un centro psiquiátrico tras electrocutarse al intentar recargarse de energía. Ella ve en las uñas de sus pies el nivel de carga que todavía le queda. Como se cree una chica robótica no come nada, solo se alimenta de pilas que va guardando por ahí. Evidentemente, la falta de ingesta hace mella en su salud. El problema le viene de familia, pues ya su abuela se creía un ratón y cuando los enfermeros se llevan a la anciana, la cibernieta decide vengarse. Quiere tener energía para atacar a los hombres de blanco.


Pero un buen día, y tras una careta de gatito (creo recordar), un joven llamado Il-soon irrumpe en su vida y en su corazón. Este chico cree tener el poder de robar las habilidades de la gente de su entorno. Y poco a poco va granjeándose la amistad de Young-soon.

La película nos muestra la vida cotidiana de un psiquiátrico y sus internos, y, sin ser un sitio grato, el contemplar las diferentes rarezas de los secundarios que cohabitan en ese entorno le da a la película un ligero toque de hilaridad, en el buen sentido. No es que nos riamos de las personas con trastornos, no. Nada más alejado de la realidad. Simplemente el director buscó algunas situaciones provocadas por los residentes que sorprenden y nos hacen esbozar alguna sonrisa. Sirve, posiblemente, para suavizar un poco la tensión que se respira en un hospital de esas características y no hacer la película demasiado grave. Al fin y al cabo es una comedia romántica.


Por todo, la película tiene un deje dulce a pesar de la crudeza del lugar y tiene un final optimista. En la era digital y de una tecnología elevada, en una sociedad tan tecnológica que hasta algunos de sus miembros se creen máquinas, al final siempre es el amor el que resuelve los conflictos. Diosa Venus, sigues estando presente y sigues siendo necesaria para nosotros, las criaturas mortales.