lunes, 28 de abril de 2014

Chipre tuvo la culpa

Propone: Nando
Comenta: Rubén
  

Yo abrí el cineclub al cine griego con Nunca en Domingo, José Antonio nos explicó el nuevo Mito de la Caverna platónico con Kynodontas, Víctor nos informó que el mañana dura La Eternidad y un día y Nando me hizo recordar mis veladas gastronómicas sobre cocina griega y mis viajes por el país heleno con Un toque de canela.


Empecemos por un análisis del título, en griego: Politikh kouzina nada tiene que ver con el español Un toque de canela, ya que se podría traducir el original como Cocina tradicional y creo que así recogería más la esencia de la película. Es cierto que la canela es una especia fundamental en los platos de carne de la gastronomía griega, presente en la moussaka, en los asados de cordero, en los guisos de buey... todos platos muy típicos de la cocina tradicional griega que aparecen en la película y muchos otros entrantes (tzatziki, dolmades, tyropitakia) y postres (los dulcísimos y acanelados baklavas) que también se captan al revolotear la cámara sobre cualquier mesa familiar dispuesta para el festín que no todos se cocinan con la dulce y afrodisíaca (según dicen) especia esrilanquesa o ceilandesa. La menta tiene la misma presencia o más, por lo tanto se podría haber traducido por Un toque de menta. Aunque la canela vuelve a la gente más comunicativa.


Pero no nos detengamos en la anécdota de esta película del año 2003, dirigida por Tassos Boulmetis y protagonizada por Georges Corraface (el mismo que de la española La pasión turca) que narra las andanzas de un jovencito griego aficionado a la (g)astronomía por influencia de su abuelo que tiene una tienda de especias. Toda la familia es helena, afincada en Estambul y serán deportados de nuevo a Grecia tras el conflicto entre ambas naciones por la invasión turca a la isla de Chipre. El abuelo permanece en Turquía y promete visitas a su país natal para ver a su familia pero jamás llegan a realizarse tales viajes. Un día, nuestro ya no jovencito protagonista recibe una llamada con malas noticias sobre la salud de su abuelo. Realmente, la película comienza así y aquí pero la historia no sigue un eje cronológico diacrónico, sino que con continuos flashes back la narración salta del pasado al presente y del presente al pasado constantemente. Por cierto, el protagonista es profesor de astrofísica y gastrónomo aficionado. Entonces tiene que regresar a Estambul y a enfrentarse a ciertos aspectos de su pasado. En la película hay un recurrente juego de palabras, se menciona un par de veces que el término gastrónomo lleva dentro el término astrónomo, y la verdad es que la lección gastro-astronómica del abuelo, en el desván de su tienda, combinando especias y planetas me pareció una de las mejores secuencias de la película. “Pimienta: es caliente y quema, ella es el sol, que todo lo ve por eso le va bien a todo; Venus, la más bella de las mujeres, la canela, es dulce y amarga, como todas las mujeres; y luego la Tierra, que alberga la vida y la vida necesita alimentos, y la sal hace los alimentos y la vida más sabrosos”.


La cocina está presente en toda la cinta, los diferentes episodios de la historia se nos presentan a modo de los platos de un menú: los primeros, los segundos, los postres. Es una película muy culinaria, muy bien realizada, muy académica.
Como alguien comentó, es una de esas películas que se ruedan para llevarse el Óscar a la mejor película de habla no inglesa, aunque en esta ocasión no ocurrió.



La película completa se puede ver aquí

2 comentarios:

J. Antonio dijo...

Uno de esos clones varios de Cinema Paraiso, sustituimos cine por gastronomía y voilà...
Pasé un rato agradable viéndola.

JULI dijo...

Estoy traspellado!