viernes, 7 de febrero de 2014

Ha nacido una estrella

Propone: Rubén
Comenta: José Antonio



Segunda película del ciclo dedicado a la ciudad de Roma de Rubén. «Vacaciones en Roma» fue la película que lanzó al estrellato a Audrey Hepburn. Un clásico instantáneo por el que no pasan los años y obra cumbre de la comedia romántica. La pareja Audrey Hepburn-Gregory Peck desprende química en la pantalla en todos los fotogramas de la película, aunque fue la única que interpretaron juntos. Ella es una joven princesita de un país imaginario, aburrida de las formalidades de la realeza, que durante una visita oficial a Roma aprovecha para escaparse y ver en sus carnes lo que es una vida normal. Él es un periodista a la caza de la exclusiva de su vida y acaba perdidamente enamorado. La historia entre la princesa y el periodista es uno de esos romances imposibles que aún sigue emocionando.Porque no sólo París es la ciudad del amor en el cine. Roma sigue dando juego para grandes y apasionados romances. Además en esta película, la ciudad destruída por la Segunda Guerra Mundial ya ha quedado atrás y vuelve a lucir en todo su esplendor tras la reconstrucción.  El film es un cuento de hadas que el pasado septiembre cumplió la friolera de sesenta años. Eran otros tiempos en los que muchos soñaban con la realeza y cuando la sangre azul no era investigada por delitos fiscales. Cuando la palabra princesa del pueblo no era sinónimo de choni. La película está dirigida por William Wyler, uno de los grandes clásicos de Hollywood, un artesano que igual te hace un drama, como una comedia romántica o un western. Y ya que estamos hablando de Roma, Wyler también dirigió una de las que para mí es la película de romanos por excelencia: Ben Hur.


Si antes decíamos que una de las claves de la película es la química entre su pareja protagonista, resulta que ninguno de los dos iban a ser las estrellas iniciales del cartel. Él iba a ser Cary Grant, pero el papel fue ofrecido a Peck después de que el primero lo rechazara. Años más tarde, Cary Grant protagonizó otra película con Audrey Hepburn cuando ella ya era una estrella consagrada: Charada, que ya tuvimos ocasión de ver y de comentar en nuestro cineclub. Para encarnar a la princesa protagonista, se había pensado en Elizabeth Taylor. Sin embargo, tras las pruebas de cámara Wyler quedó inmediatamente fascinado con Hepburn. El director estaba revisando las audiciones cuando vio las imágenes de la joven actriz una vez acabada la prueba relajada y sonriente. Wyler supo que había encontrado a su protagonista. Otra de las curiosidades de la película es que el director se atrevió a contar con Dalton Trumbo como uno de los guionistas, a pesar de que aparecía en las listas negras del Gobierno por sus tendencias comunistas. Su nombre no apareció en su día en los títulos de crédito, hasta que años más tarde, tras una de las reediciones de la película, se le acreditó su intervención.



Los productores tenían intención de destacar en los créditos y carteles de la película el nombre de Gregory Peck, dado que Audrey Hepburn era por aquel entonces una desconocida. Peck hizo que los nombres de los dos se destacaran por igual, en reconocimiento al gran trabajo que había hecho la actriz. Y con razón, porque después de esta película nació un nuevo mito en el estrellato de Hollywood. La imagen de Audrey Hepburn ha quedado asociada a las calles de Roma (años después también a la de la fachada de Tiffany's en New York) y frecuentemente solía regresar a esta ciudad donde era perseguida por paparazzis como los que aparecen en la película. Años después, Tom Hanks y Julia Roberts homenajearon a esta película haciéndose la foto en la Vespa, dando lugar a ese ridículo episodio en el que la Dirección General de Tráfico española pretendió multarles por aparecer sin casco.




1 comentario:

Rubén dijo...

Cuentan que la escena de la Boca de la Verdad fue una improvisación, grabada casi con cámara oculta y que la bella Audrey se asustó de verdad, confiriendo a la escena una naturalidad chispeante.
Y también se cuenta que Wyler le daba un Negroni a la joven estrella cada vez que empezaban a rodar.