lunes, 27 de enero de 2014

Blanco y negro

Propone: David
Comenta: Rubén



Hay historias que llegan al corazón por su realidad, y otras, por su manipulación ante los medios. Puede parecer polémico este encabezamiento para comentar una película basada en hechos reales como Intocable (producción francesa de 2011 que fue todo un éxito de taquilla en su país al permanecer durante diez semanas como número uno y también en el extranjero) pero tiene una justificación que expondré al final del comentario.





La historia ya es bella de por sí. Dos mundos distantes se encuentran y germinan en la tangencia de la vida en común, fructificando en la hermosa flor de la amistad. Un rico aristócrata francés, que se creía inmortal y sufre un accidente que le postra, a la edad de 42 años, en una silla de ruedas por una tetraplejia, por un lado; y su peculiar cuidador, experto en nada de la medicina, de extracción social muy baja, exconvicto e inmigrante pero con una gran vitalidad por el otro, son los dos protagonistas de esta historia. Philippe, el rico y culto y aburrido medio asqueado de la vida, contrata a Driss, el joven e impulsivo y espontáneo vitalista, como su cuidador a pesar de la nula práctica y experiencia pero porque ve en él algo interesante que no desvelaré. A partir de aquí, la vida de ambos cambia radicalmente por una espectacular simbiosis donde cada uno le da al otro lo que le falta.


La película es un tanto agridulce con tintes de comedia pues no faltan escenas divertidas y con notas de drama, pues también hay partes que son menos divertidas y nos sitúan ante la futilidad de la vida pero muy bien combinadas para no aburrir al espectador ni convertir en comedia lo que en realidad es un drama.

Puede entenderse la cinta con un canto a la vida, al no rendirse, a la amistad misma, a las extrañas relaciones sociales que pueden surgir en cualquier momento, a la dura relación entre empelado y jefe cuando hay una íntima amistad de por medio... en fin, que cada uno extraiga su propia opinión. Sin embargo, y aquí viene la crítica que comentaba al principio, la historia está basada en hechos reales pero en la realidad, Driss no era negro (lamento no ser políticamente correcto y no escribir persona de color, pero hay muchos colores de piel y todos somos personas de color al fin y al cabo pues no conozco a nadie transparente), y no se llamaba Driss, se llama Abdel. Por tanto, ¿era necesario hacer más fuerte la brecha del abismo que los dividía? ¿Hay que manipular la historia para que sea más emotiva y lacrimosa? ¿Hay que alejar más sus dos mundos? Yo creo que no, que bastaba con narrar los acontecimientos tal y como fueron sin haber menester de polarizar más a los protagonistas. Me parece un intento trivial de manipulación emocional.



En la actualidad, y tras veinte años de conocerse, Philippe Pozzo y Abdel Sellou siguen manteniendo la amistad. Ambos han rehecho su vida gracias al otro. Los dos se ayudaron mutuamente y así queda reflejado en la película. Una amistad más allá de barreras sociales, que son las más estúpidas que alguna vez la propia sociedad levantó.

 Por cierto, que está protagonizada por François Cluzet y Omar Sy, dirigida y escrita por Olivier Nakache y Eric Toledano y recibió varios premios, entre ellos el Premio Goya a la mejor película europea en 2012.


viernes, 17 de enero de 2014

Presunta obra menor

Propone: Esther
Comenta: Pepe


Francis Ford Coppola es comúnmente reconocido como uno de los grandes de la historia del cine. Aunque sólo fuera por haber creado una trilogía como la de El Padrino, que debería ser declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, yo no puedo sino estar de acuerdo con esa afirmación. No es de extrañar, pues, que al afrontar el comentario de La Conversación, la expresión “obra menor” sobrevuele nuestras mentes, ya que fue estrenada justo entre las dos primeras partes de El Padrino, el mismo año que El Padrino, parte II ganó seis oscars.  Pero sería injusto porque estamos ante una película de acabado brillante, construcción depurada y excelentes resultados. Una película de producción más modesta, sí, pero que vista aisladamente, sin dejarnos influir por sus hermanas “mayores” se revela como una gran película.


La Conversación es una película de suspense en la que un investigador privado experto en escuchas es contratado para un caso en el que, como sucede a menudo en esta clase de tramas, nada es lo que parece, desde el principio hasta la sorpresa final. Una historia que nos remite sin duda a Hitchcock. Especialmente a La ventana indiscreta, por el carácter fragmentario, la obligación del protagonista de reconstruir un relato coherente a través de fragmentos deficientes de información: en la película de Hitchcock tenemos que reconstruir una historia a través de fragmentos de imagen, captados a través de las ventanas de un apartamento; en la de Coppola nos ocurre lo mismo, pero con fragmentos de sonido. Y al fin y al cabo, ¿no es eso lo que hacemos cuando vemos una película, reconstruir una historia a través de fragmentos? En definitiva, adoptar un punto de vista, el del director, a través del héroe, y hacerlo nuestro. Ambos cineastas están, pues, hablándonos también del cine mismo. Algo parecido a lo que hizo, desde una perspectiva más "autoral", si me permitís la palabra, Michelangelo Antonioni en Blow Up. Pero las coincidencias terminan ahí. Sorprendentemente, Coppola nos lleva a adoptar el punto de vista equivocado. Lo que creemos deducir de aquello que oímos nos lleva a conclusiones erróneas. Parece querer decirnos que no siempre se puede hacer caso de lo que se deriva de la información que tenemos, que las informaciones, por bien relatadas que estén, hay que ponerlas en cuarentena. Que nos pueden estar manipulando y engañando. Una tesis que es perfectamente coherente, por cierto, con el momento en que se rodó la película, esos primeros años setenta en los que el pueblo americano despertaba de su inocente sueño a causa de cosas como la guerra de Vietnam y el caso Watergate (en el que, por cierto, había un lugar de honor para los magnetófonos). 


En la película de Coppola, además, el propio investigador se verá influenciado por aquello que investiga, y sus sentimientos y complejidades interiores llevarán a la película hacia los territorios del drama psicológico, apoyada en la fabulosa interpretación de Gene Hackman, que sin apenas diálogos es capaz de transmitir la angustia que esconde su personaje detrás de su fachada impertérrita de perfecto profesional. pondremos un solo ejemplo: La escena final, con Hackman tocando el saxofón en medio de la ruina en que se ha convertido su apartamento, ambos a la vez destruidos y liberados, es una bella imagen de cierre y un colofón estupendo para la historia que nos acaban de contar. 



La película acabó llevándose la Palma de Oro en el festival de Cannes de aquel año prodigioso para Coppola y aún hoy podemos rastrear su influencia en productos tan exitosos como la película La vida de los otros o la serie Homeland, cuyo parecido con La Conversación, jazz incluido, es más que evidente. Así pues, de obra menor, nada de nada.


viernes, 10 de enero de 2014

Hágase la comedia

Propone: Pepe
Comenta: Rubén



Y dijo Dios: “Hágase la comedia”, y nació Lubitsch.

Porque para reír no hace falta leer el manuscrito que trata sobre la comedia de Aristóteles, no; para reír simplemente hay que ver una película de este director, considerado como el padre de la comedia sofisticada, cualquier título sirve. Y nosotros, cinéfilos incansables, disfrutamos de Ninotchka por gentileza de Pepe.

Quizá no sea la más divertida de las cintas de este director, pero junto a Ser o no ser forma un tándem de crítica a los sistemas totalitarios, la una a la extinta Unión Soviética, y la otra al megalómano y sangriento régimen nazi. Y con el mérito de haber sido filmadas ambas en un ambiente hostil, pues la primera es del año 1939 en un clímax prebélico y el segundo título de 1943, en plena Segunda Guerra Mundial. Por cierto, de Ser o no ser Mel Brooks realizó un remake en el año 1983 casi igual de divertido.


 Y aunque tuvo Lubitsch un estreno medio soso en nuestro cineclub, seguro que en próximos ciclos alguien nos deleitará con Un ladrón en la alcoba, La viuda alegre, Ser o no ser o El bazar de las sorpresas o con cualquier otro título de la extensa filmografía de este director judío nacido en Alemania que acabó en Estados Unidos.

Lubitsch fue un mago de las escenas intuidas, de dejar a nuestra imaginación lo que la cámara no muestra, de metáforas complejas pero simples a la par para que todos podamos encontrar la relación y todo esto lo hizo intentando burlar la censura de su época. Y lo consigue y nos hace reír por lo que vemos y por lo que no vemos, por lo que sabemos y por lo que deducimos, por sus brillantes diálogos y por su humor atemporal en la mayoría de sus películas.


Y hablando del héroe abandonamos la historia, vayamos a ella. De Ninotchka ya hemos escrito que es una película de Ernst Lubitsch, filmada en el año 1939 y que constituye una crítica al sistema comunista, no habíamos dicho todavía que en su guión participo Billy Wilder. Narra la historia de unas joyas pertenecientes a la Gran Duquesa que el gobierno soviético quiere recuperar para, con su venta, intentar sanear un poco la maltrecha economía y comprar un par de tractores con los que arar los campos soviéticos y alimentar a la población. Para este fin, se envían a Paris a tres representantes del gobierno de Moscú con la intención de recuperarlas, pero al no tener éxito ni informes de la transacción, acaban enviando a la agente especial Ninotchka, interpretada por Greta Garbo. No hay noticias porque los tres primeros han caído en las cálidas manos del capitalismo, en la dulzura del libre comercio, en la gracia del lujo, entregados a los placeres por el novio de la Gran Duquesa, el Conde d’Algou, interpretado por Melvyn Douglas, que conocerá a la fría Ninotchka, comunista convencida, calculadora y pragmática, enviada especialmente para conocer qué ha pasado, y de quien se enamorará sin saber quién es.

Entonces, poco a poco, la fría rusa acabará cayendo en las manos del sistema occidental encarnado por un aristócrata para mayor oposición narrativa, pues todos conocemos la opinión del comunismo sobre la nobleza.
Y qué guapa está la Garbo cuando ríe.




Por cierto, para saber más sobre Lubitsch, he aquí un pequeño documento de RTVE: 





martes, 7 de enero de 2014

¿Por qué?

Propone: Pedro
Comenta: José Antonio


-Adivina, adivinanza. Una peli basada en una novela de Stephen King, protagonizada por Kathy Bates y banda sonora de Danny Elfman. ¿Cuál es?
-Misery
-Nooooo
-Pero, ¿es de miedo?
-Que noooo.
-¿Una pista?
-Dirige Taylor Hackford,
-Esto ¿quién?
-El de Oficial y Caballero.
-Ah, es que de ésa yo me acuerdo del Richard Gere, la Debra Winger, la canción de Joe Cocker. Pero el director es la primera vez que lo oigo en mi vida.
-Bueno otra pista, es una peli que es un duelo interpretativo entre sus actrices protagonistas y que llevó Pedro al Cineclubgolfa.
-Ya lo sé. Magnolias de acero.
-Que nooooooo. El título original es Dolores Claiborne.
-¿Mandé?
-Traducida aquí como «Eclipse total».
-Ah vale, ya sé cuál es. Un momento, espera, ¿cómo?.



No sé muy bien si pega mucho, pero me ha salido este pequeño diálogo para empezar a comentar «Eclipse total» que trajo Pedro a nuestro Cineclub. Vi esta peli en su día, allá por los 90. Venía muy recomendada por el dependiente del videoclub, cuando aún existían. Y yo no sé vosotros, pero cada vez que alguien de un videoclub me recomienda una peli me pongo a temblar. Tengo que admitir que la peli no me desagradó, ni me hizo plantearme el no hacerle caso en la vida. Luego, con otras, sí. Sin embargo, una pregunta me saltaba a la mente cuándo recordaba la imagen del tío agitando la carátula y recomendándomela "Ésta, ésta. Buenísima". ¿Por qué ese apasionamiento? Al leer comentarios en la red para documentarme un poco y ver por dónde van los tiros, me ha vuelto a surgir la misma pregunta. ¿Por qué tantas pasiones? Veo que a mucha gente le gusta y yo tampoco sé hasta qué punto estoy dominado por mis prejuicios por esa anécdota chorra que acabo de contar.


A Kathy Bates le reconozco el mérito de haber conseguido salir del riesgo del encasillamiento y no quedar atrapada por su papel de Misery. Ni Anthony Perkins logró librarse jamás de la sombra de Norman Bates. Pero Bates ha sabido reciclarse, a pesar de tener un físico que evita que le reserven grandes papeles protagonistas. La gente sólo quiere guapos. Y así ha ido basculando entre papeles de gordita simpática o gordita con mala leche. «Eclipse total» pertenece al segundo grupo. Muy mala leche, pero en el fondo de buen corazón. La historia que cuenta es dura, un drama en la América profunda. Pero yo veo que el principal problema que tiene esta película es que, a pesar de contar con un gran reparto, una dirección veterana, uno de los principales compositores de bandas sonoras, todo el conjunto rezuma un cierto aire a telefilm que tira de espaldas. Creo que ni siquiera llegó a estrenarse en la gran pantalla en España y fue directa a las estanterías del videoclub. No niego que las interpretaciones es uno de sus puntos fuertes, pero a mi no me termina de llenar. Tiene también el aliciente de ver adaptada una novela de Stephen King que no es de miedo, pero no tiene nada que ver con «Cadena Perpetua» y no le llega ni a la suela de los zapatos. Se puede ver, es correcta, pero ya está. Aún leo por ahí reseñas en las que se sostiene con gran emoción que la película contiene algunas de las interpretaciones más intensas de los noventa, y yo sigo preguntándome ¿por qué?


P. D.: Pego algunas curiosidades de la wikipedia sobre esta peli y la novela:

La Isla Little Tall donde ocurre la acción es el escenario de otra novela de Stephen King, La tormenta del siglo.
Dolores amenaza a su esposo diciendo que lo denunciaría e iría a parar a la prisión de Shawshank, donde transcurre otra obra de King: Rita Hayworth y la redención de Shawshank (que dio lugar a la película The Shawshank Repempthion, en España "Cadena Perpétua")
El día del eclipse, Dolores Clairbone tiene visiones de una niña que está viendo el eclipse. Se trata de Jessie Burlingame, la protagonista de El juego de Gerald. En ésta otra novela también se narra ésta anécdota, desde el punto de vista de Jessie.
En el cuento "Parto en casa", de la colección Pesadillas y alucinaciones, la acción transcurre en Little Tall, y Selena St. George es mencionada en su regreso a la isla para la Cena de Acción de Gracias.

Mr. Donovan aparece en el taller de Joe Camber para arreglar el auto en que moriría, en la novela Cujo.Joe acepta comida para perro a cambio de verificar el vehículo de Donovan.