jueves, 29 de noviembre de 2012

Golfa Remember: Adorables ancianitas

Título: Ársenico por compasión (ciclo 1)
Propuso: Juli
Rememora: Rubén




Visitando el blog del cineclub descubrí que no había comentario de Arsénico por compasión, y como yo guardaba muy buenos recuerdos de la película, decidí visionarla de nuevo para hacer mi primer comentario de la sección Remember. He disfrutado mucho volviéndola a ver, sigue siendo una fantástica comedia capaz de despertar más de una sonora carcajada entre los diálogos, la naturalidad y la expresividad de Mr. Grant en todos sus planos.


Arsénico por compasión es un film de Frank Capra, quizá no tan recordado como Qué bello es vivir, pero sin duda más conocido que Vive como quieras (que vimos hace poco en el Cineclub por gentileza de Laura), aunque participa más de la línea de esta segunda. La película está basada en una obra de teatro del año 1939 y cuando fue llevada al cine en el 1944, tres de los actores principales de la obra, las dos tías, Martha y Abby Brewster (Josephine Hull y Jean Adair) y el hermano loco del protagonista, Teddy Roosvelt (interpretado por John Alexander), siguieron con su interpretación en la película con los mismos personajes. Lamentablemente, Boris Karloff que participaba en la obra interpretando al otro hermano, Jonathan Brewster, no pudo rodarla porque le coincidía con sus representaciones en Broadway. Su papel fue asumido con solvencia por Raymond Massey.


La obra teatral y la versión cinematográfica se adaptan bastante bien al canon clásico de las tres unidades: Unidad de espacio: toda la película se desarrolla en el salón de la casa de las tías, salvo contadas escenas del exterior de la casa y muy pocas más; Unidad de tiempo pues transcurre en una noche y cierta Unidad de acción que no desvelaré por no contar la trama.


La película está protagonizada por Cary Grant en el papel de Mortimer Brewster, un crítico teatral contrario al matrimonio que finalmente se casa con su vecina Elaine, (interpretada por Priscilla Lane) y antes de irse de Luna de Miel, pasan a despedirse de sus familias. Cuando Mortimer llega a casa de sus tías descubre un pequeño secreto y a partir de ahí la trama se dispara, se enreda y se complicará todavía más cuando el otro hermano de Mortimer, un fugitivo llamado Jonathan (y que se parece a Boris Karloff) aparece en escena con su cirujano plástico.

La cinta, como buena comedia que es (y está considerada como un clásico de este género) es una sucesión de falsas apariencias. Las adorables tías no son tan inofensivas, la regañina del sobrino a las tías, el Jefe de Policía que critica la eficiencia de los demás policías es igual de negado que sus subordinados... Todo orientado hacia la risa del espectador creando una atmósfera del mundo al revés, mientras la serie de secundarios (el taxista, por ejemplo) sirve para dar pie a situaciones graciosas. Debo decir que me encanta el diálogo de esta película pues hay una serie ingente de frases geniales que expresadas con la naturalidad de los buenos actores realza su efecto cómico ante el espectador.


Como datos curiosos, me gustaría recordar que hay en la película, y puesto que el protagonista es un crítico teatral, una lección de esta disciplina, mediante lo que se conoce como teoría del abismo (cuando en cuadro se ve una pared que tiene un cuadro colgado que representa un cuadro de la pared que tiene...). Y también el papel del teléfono, presente en toda la obra que casi actúa como un personaje más que como un medio. Por último, la película comienza con un barullo en un estadio de béisbol para luego pasar a una escena más tranquila, cosa que no consigo llegar a entender.. Quizá sea para mostrar que en cualquier lugar se pueden dar dos situaciones distintas (como se dice en la película) o para exponer que a veces, la violencia está en los sitios más pacíficos. Pero me llamó la atención que la película comenzase con un grito (si exceptuamos la voz en off que lee en Español la sobreimpresión inglesa en la versión doblada).

martes, 27 de noviembre de 2012

La teta asustada: "Uh"



Propone: Nando
Comenta: Juli


El título de esta película sugiere alguna película de Mariano Ozores de los 80 con Pajares, Esteso y su hermano Antonio, pero no es así. Tampoco salen Juanito Navarro ni Quique Camoiras asustando senos femeninos. También podría uno imaginarse que se trata de una película de los 90 de Vicente Aranda con Victoria Abril o Maribel Verdú, pero sigue sin ser este el caso. 


Se trata de una película peruana dirigida por Claudia Llosa en 2009 y cuenta la historia de una muchacha a la que le crece un tubérculo en la vagina, o, dicho de otra forma, una patata en el coño. Esto es debido a que tiene una enfermedad que se transmite de madres a hijas a través de la leche materna y que se llama "la teta asustada", y que se origina en el temor a las violaciones sufridas durante la época del terrorismo en el Perú de los 80. La protagonista trata de abrirse camino en la vida trabajando en la ciudad, y ahorrar para poder pagar el entierro de su madre, cuyo recuerdo la visita en forma de cánticos quechuas. Pero tiene el problema de su enfermedad, de la que ya hemos hablado, y que soluciona enamorándose de un jardinero que trasplanta la patata a una maceta y se la devuelve ya florecida.


Esta es, a grandes rasgos, la historia de La teta asustada, pero no todo es lo que parece, pues estamos ante un drama intimista (siempre quise decir esto de una película) y costumbrista, que nos muestra el Perú de los arrabales donde la miseria no impide que la gente pueda disfrutar de la vida, con sus bailes y sus fiestas. Estamos ante una película llena de poesía donde hay que interpretar las metáforas que nos muestra en sus escenas, porque esa es la verdadera historia que nos cuenta la autora. Pero para desentrañarla, querido presunto lector de blogs, debes ver la película. 


viernes, 16 de noviembre de 2012

Una película no tan ejemplar

Propone: David
Comenta: José Antonio




Hace poco que se han cumplido 20 años de los crímenes de Alcàsser, donde tres jóvenes fueron brutalmente asesinadas. El principal sospechoso, Antonio Anglés, se dio a la fuga sin que nadie sepa dónde se ha metido. Pasado tanto tiempo, el juez del caso ha empezado los trámites para declararlo prescrito, lo que supone que si Anglés apareciera de nuevo ya no se le podría acusar por estos crímenes. Al hilo de esta noticia, en la sección de comentarios de la web de un periódico, un lector decía indignado que en Estados Unidos esas muertes jamás prescibirían y serían perseguibles siempre. Me llamó la atención porque para denunciar las deficiencias del sistema de justicia español ponía como ejemplo al país que más películas hace dedicadas a denunciar la ineficacia del sistema. En todo este tipo de películas, suelen aparecer jueces y fiscales conspirando para soltar a los culpables y joder a sus desprotegidas víctimas, animando a todo hijo de vecino a que se tome la justicia por su mano y se líe a tiros por la calle. Y así, tras esta larga introducción, llegamos a la película que nos toca comentar hoy, “Un ciudadano ejemplar” que nos trajo David a nuestro Cineclub, una historia que precisamente habla de  este tipo de cosas.


Dirgida por F. Gary Gary, especializado en thrillers comerciales, está protagonizada por Gerard Butler y Jaime Foxx. En ella, el “ciudadano ejemplar” del título es un hombre que ve cómo los acusados de matar a su mujer y a su hija se van de rositas por culpa de un fiscal que hace un pacto con el abogado de uno de ellos. Diez años después, el indefenso ciudadano iniciará una despiadada venganza de la que no se librará nadie que haya tenido algo que ver con esa farsa de juicio. Diez años porque es el tiempo que el guionista ha considerado razonable para que el protagonista tenga tiempo de planificar su meticulosa venganza. La película intenta ir un poco más allá de ese mensaje con cierto tufo fascistoide de un sistema de justicia demasiado blando, al colocar al ciudadano vengativo como otro peligro público que puede ser más peligroso que los asesinos de los que se venga. En ocasiones, no sabes si te están contando la historia del ciudadano vengativo, o la del fiscal a quien acosa un psicópata, porque no terminan de decidir con qué carta quedarse. En su afán por los giros inesperados y rizar el rizo, la historia pierde toda la credibilidad y en algunos casos llega a dar carcajadas hasta alcanzar el grado de gran astracanada, pretendiendo solamente dar espectacularidad. Uno de sus principales problemas es que ni el director se toma en serio la historia que está contando, aunque en todo momento intenta mantener un discursito solemne. Siguiendo la lógica de su guión parece que el protagonista ya tenía planeado que algún día alguien pondría esta peli en nuestro cineclub, por lo que se haría el comentario en el blog y así él podría venir a por mí para ejecutar su venganza.


Así que si queréis historias de venganza, os recomiendo revisar “Oldboy” y hacer el correspondiente comentario en la sección Remember. O incluso, “La venganza de Don Mendo”, en la que el título lo dice todo.

viernes, 9 de noviembre de 2012

El último en hablar

Propone: Miguel
Comenta: Víctor


El título "Rashômon" ("La puerta del castillo", en japonés) es el de un relato de Ryunosuke Akutagawa que sirvió de punto de partida para esta película de Akira Kurosawa. De punto de partida, porque del mismo apenas toma la lluvia y la llamada Gran Puerta de Rashômon, que se encontraba en la parte sur de Kyôto, al final de la larga avenida central de Suzaku, que partía del palacio imperial o "Gosho" en la época Heian (794-1192). En decadencia durante muchos años, refugio de tejones, zorros y también de ladrones, hoy en día sólo queda un recuerdo testimonial de ella. Parece ser que la película iba a rodarse totalmente en exteriores, pero ninguna localización daba la talla. Kurosawa, con su proverbial perfeccionismo,  insistió en gastar buena parte de su modesto presupuesto en la construcción del grandioso decorado. Dada la presencia que adquiere a lo largo de la película, que por otra parte se desarrolla en sólo tres escenarios, sin duda fue una decisión acertada. Además de "Rashômon", Kurosawa se inspira también en otro relato del mismo autor, "En el bosque", de donde recoge la historia del asesinato y en parte el dilema moral. 


En medio de una lluvia torrencial, tres personajes se refugian bajo la semiderruida puerta: un leñador, un sacerdote budista, y un campesino que llega después. Preguntándose por la naturaleza humana, discuten sobre el juicio a un bandido, acusado de haber dado muerte a un samurái señor feudal y violado a su esposa. Los detalles del crimen son narrados desde diversos puntos de vista (que incluyen el del perpetrador), a saber: el bandido Tajômaru (quinta colaboración de Kurosawa con su actor favorito, Toshiro Mifune), la mujer, la víctima --el mismo señor feudal, con la ayuda de un médium- y el leñador, que fue único testigo (casi) pasivo de los hechos (aunque al principio sólo admite haber descubierto el cadáver). Tanto él como el monje budista asistieron a los testimonios en el juicio de los implicados (se los puede ver en segundo plano durante los mismos); gracias a ello pueden narrar sus historias.


En "flashback" veremos la representación, muy nipona y teatral, exagerada por tanto al modo del Kabuki, de cada una de las versiones. Cada personaje literalmente se muestra: vemos sus porqués, qué es lo que le motiva, ya se trate de mezquindad, odio, o miedo a perder el honor. En  el primer testimonio, Tajômaru admite haber matado al señor feudal, pero mantiene que la mujer --de quien está enamorado, dice-- no opuso resistencia. A su vez ella sostiene que Tajômaru sí la violó, pero que fue ella quién mató a su esposo, por no poder soportar la vergüenza y la idea del futuro desprecio en que la tendría. El marido, a través de una médium como hemos dicho, afirmará también que Tajômaru perpetró la violación, pero dirá que fue él quien se suicidó. Pero Kurosawa no juega a la (sobrevalorada, recordémoslo) ambigüedad: el último en hablar, el afligido y culpable leñador, que había ocultado su condición de testigo para esconder su robo y no meterse en líos con la policía, sancionará la versión de Tajômaru. Finalmente no hay valientes, sólo mentiras. Mentiras que no sólo quieren ocultar las propias miserias y debilidades, sino también la propia maldad: tal que "el demonio que habitaba junto a la puerta de Rashomon huyó aterrado por la crueldad de los hombres".



Podríamos aceptar que la versión del leñador y de la Tajômaru son ciertas en lo fundamental: Tajômaru es el asesino. O podemos ser nosotros los últimos en hablar, buscar los puntos débiles, las contradicciones internas, los oscuros motivos. Pero, como afirma "Miradas de cine", esto sólo sería una versión más. No importa: en último término, como afirma el monje, "Los hombres siempre mienten. A veces, hasta se engañan a sí mismos".

Sólo al final de la cinta deja de llover en la gran puerta de Rashômon. El leñador se hará cargo de un niño abandonado allí, adoptándolo como uno más de su propia y ya numerosa familia. Una nueva vida, al fin y al cabo una nueva esperanza. Este final contrasta con el final desesperado y nihilista del cuento de Akutagawa.





La película es más que notable por lo cuidado de su realización, pasando por encima de su parquedad de escenarios y de medios gracias a una impecable, perfeccionista puesta en escena y una primorosa composición de magníficos planos, apoyados por un montaje medido al milímetro. El comentario de esta influyente película "de culto" tampoco debe dejar de mencionar su fotografía en blanco y negro, con profusión de juegos de luz y sombra. Marcó un antes y un después en la encorsetada (desde el exterior y el interior) y depauperada cinematografía nipona de posguerra (cuyos temores al estrenarla se mostraron infundados). Ha sido objeto de varias versiones, incluso hay un western basado en ella (que le otorga el debido crédito): "The outrage", con Paul Newman, Claire Bloom y Edward G. Robinson. En 1951 recibió el premio "Oscar" a la mejor película extranjera.