viernes, 25 de febrero de 2011

Sabor Pulp


Propone: Juli
Comenta: José Antonio

Y seguimos con las adaptaciones. Si Pepe diseccionaba hace poco la adaptación de "El Perfume", a mi me toca "Sin City", la última propuesta de Julián para nuestro Cineclub. El origen literario de "Sin City" no es una novela, sino un cómic. Además tiene una de las particularidades de que uno de los codirectores de la película es precisamente el guionista y dibujante del cómic, Frank Miller. Eso es una garantía de que la historia que te están contando es fiel a la original. Ver "Sin City" es ver en la plantalla las pantallas del cómic en movimiento. Aunque leo por ahí que Miller en realidad no dirige la peli sino que se le acredita como director porque los planos y las secuencias son directamente calcadas a las viñetas que él diseñó.

Frank Miller está considerado como uno de los grandes del cómic norteamericano en los años 80 y 90. Su visión de "Daredevil" para la Marvel y "Batman" para DC hizo que se le encumbrara a la categoría de genio. En los 90, se distanció un tanto del mercado de los superhéroes y de las grandes editoriales, montándoselo con las independientes. Eran otro tipo de historias, como es "Sin City" o "300", también llevada al cine hace poco al cine. En la actualidad, Miller ya no está tan reconocido. A algunos se nos ha caído su mítica aureola, ya que empieza a repetirse un poquito y su firma ya no es garantía de leer un gran tebeo. Ha firmado auténticos bodrios que, supongo, que serán para pagar la hipoteca y eso. No sé si ha llegado a publicar un proyecto que anunció hace poco en el que pensaba enfrentar a Batman contra Bin Laden.

En cuanto a sus incursiones en el mundo del cine, hasta "Sin City" habían pasado sin pena ni gloria. Basta decir que uno de sus más resonados trabajos era ser el guionista de las dos secuelas de Robocop.

Con estos antecedentes, cuando uno va a ver "Sin City" por primera vez uno no sabe si esperarse lo peor o lo mejor. Afortunadamente, la película supera la prueba y logra redimir a Miller como un autor que todavía tiene cosas interesantes que aportar, si no le pillas con ansias pretenciosas. Conviene recordar que el director de la película es el mejicano Robert Rodriguez. Digo que conviene recordarle porque un año después Miller se atrevió a dirigir en solitario "The Spirit" y le salió un auténtico churro. Así que cabe especular que Miller ha podido llevar a la imagen real su obra apoyándose en los conocimientosy la experiencia del lenguaje cinematográfico que tiene Rodriguez. Quentin Tarantino también aporta su granito de arena dirigiendo una pequeña escena (si no me equivoco la introducción de la peli). Pero Rodriguez también es autor de la banda sonora, del montaje y hasta los efectos especiales.

La traducción de "Sin City" es Ciudad del Pecado y nos muestra una ciudad totalmente corrupta. Una historia bastante oscura, donde los polis, los senadores y hasta los obispos ejercen de auténticos gángsters y los protagonistas son antehéroes, perdedores que sólo cuando se ven obligados a defender lo debería ser lo correcto se encuentran en un verdadero lío. La película está realizada en blanco y negro, usando muchos claroscutos y los colores rojo y amarillo sirven para subrayar algunos momentos. Una estética entre el cine negro y las novelas pulp de los años 30. (Después de Pulp Fiction supongo que no hace falta que explique lo que siginifica Pulp, ¿no?)
El reparto está plagado de estrellas, como Bruce Willis, Mickey Rourke (que siempre está resurgiendo pero no termina de quedarse), Owen Wilson, Benicio del Toro, Jessica Alba, Brittany Murphy, Rosario Dawson y podría seguir un rato más, porque también hay mucho cameo de caras conocidas con pequeños papeles.
El pasado de Miller en el cómic de superhéroes deja su poso. ¿Puede ser la ciudad del pecado una versión más adulta del Gotham de Batman que Miller no pudo retratar? Lo cierto es que las historias que se cuentan en Sin City podrían transcurrir perfectamente en un Gotham sin superhéroes ¿Las ninjas asesinas no recuerdan a Elektra, el personaje que creó para la serie Daredevil? Los ninjas han sido un tema recurrente en la obra de Miller y en Sin City el ejército de prostitutas dispuestas a evitar que la Mafia se apodere de su zona usa bastantes técnicas y armas de estos guerreros orientales.

Sin City consta de un pequeño prólogo y tres historias aparentemente independientes, aunque hay muchas cosas que están entremezcladas. ¿Es casualidad que el senador y el obispo pederastas que salen en dos de las historias tengan los mismos apellidos? La segunda parte está anunciada, con más de las historias de Sin City. Seguro que en ellas se podrán seguir viendo más elementos que conectan estas historias entre sí. Pero lo confieso, sólo he leído uno de los volúmentes de Sin City.


martes, 15 de febrero de 2011

Berlanga en sus inicios

Propone: Pepe
Comenta: Juli

Murió Berlanga pero su cine sigue vivo.
Y sigue vivo en esta España de sainete y marujeo constante que nos encontramos hasta en la sopa. Sólo hay que echar un vistazo a los periódicos o ponerte delante de un televisor encendido para comprobar que en este país los estereotipos berlanguianos siguen vigentes y tan actuales como actuales fueron en sus películas, una de las cuáles ya pudimos apreciar plácidamente.

Calabuch es una película de su época, con la ternura y bondad que reflejaba el cine español en esos años, pero también con la ironía y crítica social ácidas que tanta maña se daba el valenciano para burlar la censura. Es un retrato satírico de la España profunda, en su variante "pueblo costero", con su pesca y su contrabando.


La historia trata de un reputado científico llamado Jorge Serra Hamilton que está hasta los mismísimos de emplear su vida encerrado en un laboratorio inventando armas y demás sustancias perjudiciales para la salud. Así, decide irse a tomar el aire y aparece en una playa de un pueblecito de pescadores llamado Calabuch. Hoy en día, resulta curioso ver la Peñíscola de blanco y negro de los años 50, con sus casas de piedra, madera y cal, enteras y a medias, y sin edificios de apartamentos.

Allí, el buen hombre se va integrando con las gentes del lugar, trabajando y ayudando en lo que puede y viviendo donde le dejan, que es un calabozo muy coqueto de la casa cuartel de la guardia civil, donde comparte celda con el típico pícaro llamado El Langosta.

Otra cosa a apreciar en el film es el reparto, entre los que destacaría, por un lado, a tres secundarios, el bajito siempre grande José Isbert, Jose Luis Ozores vestido de luces y el sorprendente Manuel Alexandre antes de cambiar la voz, y, por otro, al actor principal que protagonizó su última película, Edmund Gwenn, actor británico de dilatada trayectoria, de teatro y de cine, con más de 80 películas entre el mudo y el sonoro.


Recibió un oscar a mejor actor de reparto por Miracle on 34th Street (1947), y como curiosidad, protagonizó una película cuyo nombre te sonará mucho, querido lector de blogs: The Walking Dead (Los muertos andan) (1936), de Michael Curtiz, con Boris Karloff.

martes, 1 de febrero de 2011

¡¡¡SINESTESIA!!!

Propone: Laura
Comenta: Pepe



Así, puesto entre signos de admiración, el palabro del título suena a insulto rollo antiguo, como diría nuestro adorado bloguero Si Stebins, pero no, resulta que designa un fenómeno retórico, estilístico, y por qué no decirlo, también neurológico, consistente en que un estímulo que debería percibirse con un sentido produce una respuesta en otro. Así, estamos hablando de saborear sonidos u oír colores. El fenómeno está más extendido de lo que pueda parecer en nuestra expresión diaria, cuando decimos, por ejemplo, que alguien tiene una voz muy dulce o que lleva un vestido de colores chillones. Todo este rollo, os preguntaréis, ha de llevar por fuerza a algún sitio, y no os equivocáis: Nos lleva directos a intentar dilucidar si se puede o no oler una película.

Pues bien, podríamos decir que El perfume ( Tom Tykwer, 2006) constituye un buen intento. Esta “historia de un asesino”, como dice el subtítulo del film, narra la historia de Jean Baptiste Grenouille, un huérfano de la Francia prerrevolucionaria, con un don poco común. Un sentido del olfato prodigioso que le llevará a obsesionarse con la creación de un perfume perfecto, capaz de doblegar las voluntades humanas y que, pudiendo cimentar su gloria, le conducirá a la desgracia.

La película, una coproducción entre varios países europeos, fue un gran éxito de taquilla. No en vano cuenta con profusión de medios para lograrlo. Pongamos algunos ejemplos: Unos actores solventes, entre los que destacan grandes figuras como Dustin Hoffman o Alan Rickman; una cuidada y lujosa ambientación; un guión bien construido y a la vez fiel a la novela de Patrick Suskind; una realización correcta, aunque no exenta de alguno que otro de esos delirios modernetes habituales en Tykwer (director de Corre, Lola, corre). Una decidida apuesta, en suma, por realizar una película europea con calidad, con medios, y que llene las salas de cine. Lo mejor, y lo peor, que se puede decir de El perfume es que podría pasar por una película americana.

Cualquiera que haya leído el excelente material literario del que surge esta película, recordará el tremendo poder evocador de la novela de Patrick Suskind, que crea un universo de aromas y esencias a la vez que se mete de lleno en la mente de su protagonista, que llega a fascinarte y repugnarte a partes casi iguales. Las sensaciones son tan vívidas que son casi reales. Y quizás sea eso lo que no acaba de lograr la película. Corre por ahí una historia, quizás una leyenda urbana, que cuenta que Stanley Kubrik estuvo acariciando la idea de llevar al cine este libro, y que abandonó el proyecto porque no veía la manera de transmitir en pantalla las sensaciones, sobre todo olfativas, que produce la lectura del libro. Es decir, no se veía capaz de provocar en nosotros la sinestesia de oler una película. Tykwer, sabedor de que él tampoco era capaz de hacer una película con aroma, se conformó con construir una buena historia sobre aromas. Y no podemos decir que le saliera mal.